Existe una manera de identificar marcadores biológicos vinculados al aborto espontáneo, tratar sus causas, evitarlo y restaurar la salud ginecológica y reprodcutiva en la mujer.
El aborto espontáneo es la pérdida involuntaria del embarazo antes de la semana 20 de gestación. Ocurre aproximadamente en el 15% de los embarazos y el riesgo aumenta proporcionalmente al número de abortos espontáneos experimentados.
Una variedad de factores subyacen la ocurrencia del aborto involuntario. Estas incluyen variaciones genéticas, endocrinológicas (hormonales), anatómicas, inmunológicas y microbiológicas. Poco a poco nos estamos dando cuenta que ningún aborto espontáneo puede considerarse normal, ya que todos los abortos involuntarios son el resultado de un evento reproductivo fisiopatológico. El desafío actual de la medicina es encontrar esas causas subyacentes que a menudo se pasan por alto.
Tras el uso del Método Creighton y la Naprotecnología se ha demostrado que las mujeres que conciben y posteriormente abortan a menudo tienen ciclos limitados de moco. Otro indicador que aparecen en los registros son los ciclos con fases post ovulatorias muy cortas, indicando que la fase lútea es inadecuada para mantenter un embarazo. Esto fácilmente puede identificarse en una mujer que registra sus ciclos y puede tratarse fácilmente con el médico, evitando así que se de el aborto espontáneo.
En pacientes con abortos múltiples se han observado disfunciones hormonales, defectos en la ovulación y anomalías en el ciclo del moco. También se ha demostrado que en mujeres con aborto espontáneo repetitivo, el 85% tuvieron endometriosis. Esto a menudo no se identifica porque no se realiza una laparoscopia diagnóstica. Sin embargo, tales laparoscopias se han realizado en el Instituto Pablo VI en un gran número de pacientes consecutivos que muestran la presencia de endometriosis y resultados de tratamiento posteriores que resultaron exitosos.
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